Padre Abelardo Sánchez Díaz, ejemplo de fe y servicio pastoral
Tenancingo, Méx. — La comunidad católica del sur del Estado de México despide con profundo pesar al Padre Abelardo Sánchez Díaz, quien partió a la Casa del Padre este 27 de octubre del presente año, alrededor de las 7 de la tarde, después de una vida plenamente entregada al servicio del Evangelio y al amor a su pueblo.
El Padre Abelardo Sánchez Díaz, nacido el 28 de agosto de 1941 en Porfirio Díaz, Villa Guerrero, fue hijo de don Santo Sánchez Fuentes y doña María de Jesús Díaz Nava. Desde muy joven respondió con generosidad al llamado de Dios.
A la edad de 15 años, el 15 de enero de 1957, ingresó al Seminario de Toluca, donde se formó durante once años en latín, filosofía y teología. Fue ordenado sacerdote el 11 de enero de 1968, en la capilla del Seminario Menor de Toluca, dando inicio a una vida sacerdotal plena y entregada al servicio de Dios y de su pueblo.
Durante más de cinco décadas de ministerio, sirvió con dedicación en diversas comunidades: San Felipe del Progreso, Santa Bárbara, San Simón de Guerrero, Santa María Rayón y Nuestra Señora de la Consolación en Temazcaltepec, donde permaneció 22 años. En 2001 asumió la Parroquia de San Francisco de Asís, en Tenancingo, donde dejó una profunda huella hasta su traslado a Tonatico en 2022, continuando allí su labor pastoral hasta sus últimos días.
El Padre Abelardo fue pieza clave en la creación de la Diócesis de Tenancingo en 2010, desempeñándose como Ecónomo Diocesano desde su fundación hasta 2022. Asimismo, fue director Diocesano de la Acción Católica, promoviendo siempre la participación activa de los fieles en la vida de la Iglesia.
Apasionado por la música sacra, dominaba el órgano y el acordeón, y compuso diversas piezas litúrgicas que hoy forman parte del patrimonio espiritual de la diócesis, entre ellas la “Misa Abelardo Sánchez Díaz”, las Mañanitas a San Francisco de Asís, y, en Tonatico, las Mañanitas a Santiago Apóstol y la Marcha de Tenancingo.
Su legado incluye la formación de numerosos sacerdotes y una vida pastoral marcada por la humildad, la cercanía y el amor al prójimo. La comunidad diocesana lo recuerda como un pastor entregado, un músico inspirado y un amigo fiel.
“Confiamos en que Cristo Buen Pastor lo haya recibido con los brazos abiertos y le haya concedido el descanso eterno y la paz que tanto sembró entre nosotros.”
Descansa en paz, querido Padre Abelardo.
Tu memoria vivirá siempre en nuestros corazones, hasta que nos volvamos a encontrar en la Casa del Padre.
AGREGADO POR: María Angelica
